miércoles, 21 de diciembre de 2011

Privatización de la Sanidad Pública, explicada para niños.

Fuente: http://15mtomelloso.wordpress.com/2011/12/14/privatizacion-de-la-sanidad-publica-explicada-para-ninos/


Queridos niños,
Sentaos a mi alrededor y estad quietecitos. Abrid bien vuestras orejas, que os voy a contar qué es eso de lo que están hablando tanto en la tele: eso que los mayores llaman ‘privatizar la sanidad‘. Comenzaré desde el principio.
Cuando papá y mamá (o vuestros dos papás o dos mamás) se levantan por la mañana muy tempranito para ir a trabajar, lo hacen por dos razones:
  • La primera, para que todos en casa podáis comer, comprar ropa, tener el último plasma para ver la Eurocopa, ir al Aqualand o a Disneyland París si habéis sido buenos.
  • La segunda, porque de ese dinero que cobran vuestro papás, una parte va a parar a algo que los mayores llaman “Estado”, que es España, y sirve para pagar todo lo que existe fuera de tu casa y nos pertenece a todos disfrutarlo: las calles, las carreteras, los colegios para que seáis unos niños de futuro, la policía para detener a los malvados… y los hospitales, para que cuando estés malito o te rompas una pierna haciendo travesuras, puedan curarte.

Hasta ahora, cuando ibas al hospital, tus papás no tenían que pagar nada porque ya lo iban pagando poco a poco en su sueldo, así que todos tenían la tranquilidad de que, pase lo que pase, sólo tenías que preocuparte de descansar y ponerte bueno, sin tener que pagar más por recibir atención médica. Ahora, están proponiendo pagar por lo que tus papás YA HAN IDO PAGANDO poco a poco en su sueldo (cotizar a la Seguridad Social, lo llaman los mayores). Así que si tú, papá o mamá tienen la mala fortuna de sufrir una enfermedad y estar hospitalizado (con lo poco que gusta), ir al médico de cabecera, o la abuelita al reumatólogo, tendrían que pagar total o parcialmente el tratamiento. ¿Y si estas personas no pueden pagarlo? ¿Y si tus papás están a la última moda (es decir, en paro) y no pueden pagar esa rotura de fémur? ¡Mala suerte, niño! Ten más cuidado la próxima vez con la pelotita y no hagas tanto el trasto.


Además, y sólo para los niños más aventajados, os voy a explicar qué es y cómo funciona la privatización de los hospitales. Voy a utilizar unas palabras más complejas, así que quien no haya captado el significado de algunas de ellas, me lo preguntáis al final de la clase.

Hay una diferencia entre lo público y lo privado. Los hospitales públicos:
  • Han sido pagados por todos nosotros a través de nuestros impuestos. Incluso tú, niño, cuando has comprado chicles o palomitas en el cine, también has pagado impuestos.
  • Nos pertenecen, la gestión es pública, se garantizan puestos de trabajos y el Estado no hace negocio con nosotros: da igual si estamos 5, 10 ó 30 días hospitalizados, porque no hay una empresa detrás que se enfade por estar suponiendo un sobrecoste nuestra permanencia en el centro o nuestro tratamiento.
La privatización de los hospitales, supone exactamente lo contrario a los dos puntos anteriores:

  • Han sido pagados con nuestros impuestos pero vendidos a una empresa, delegando la gestión total y absoluta en ella: contratos privados al personal médico, logístico, etc. y gestión libre del presupuesto.

  • Están obligados a prestar un servicio al ciudadano, sí, pero la gestión ya no es pública, sino privada. No se garantizan los puestos de trabajos al no ser funcionarios y el hospital es, ahora sí, un negocio: cuanto más se ahorre en todo, mayor será el beneficio para el empresario.

Queridos infantes, en fechas próximas a la Navidad, un señor va a llegar a Madrid y, aunque su apariencia os confunda, no será Papá Noël. Se llama Rajoy, y será un señor que nos gobierne, incluso cuando el 71% de los españoles (que no votó al PP) no lo quiere ver ni en pintura. Supongamos que siga adelante el (más que previsible) plan de privatización que os he comentado (y que es una realidad en lugares como Castilla-La Mancha, donde gobierna una amiga de ese señor, Cospedal).
Supongamos que yo soy un gran empresario del mundo de la salud y el señor barbudo me elige para gestionar, en forma de privatización, un gran hospital. El señor Rajoy llega a un acuerdo conmigo y me dice:
“Ángel, te voy a dar 3 millones de Euros para que gestiones este hospital del que vas a ser responsable. Hazlo como mejor veas, pero lo único que te pido es que atiendas a todos los pacientes que lleguen aquí”.

Y aquí viene el meollo de la cuestión. Yo, que tengo alma de empresario y quiero seguir aumentando mi colección de coches deportivos, tengo que hacer malabares con ese presupuesto para al final del año cumplir mi objetivos: beneficios, y cuanto más, mejor. Los pacientes son clientes que llegan y que tengo que sortear con más o menos gracia. Si puedo hacer que un paciente esté 5 días hospitalizado en vez de 10, mejor (los otros 5 días, que descanse en casa). No voy a contratar a las 200 enfermeras que hacen falta, sino a 120 (más paro y peor atención a los pacientes). Ah! Y en vez de tener 4 quirófanos operando simultáneamente, abrir sólo 2 saldrá más barato y la lista de espera, pues eso, que espere. Se ruega a los pacientes que sean… ¡pacientes!
¿Esta es la sanidad que queremos? ¿De verdad? ¡Disfruten lo votado!


Mientras todo esto empieza a calentarse a fuego lento en nuestro país, nuestros vecinos portugueses ya van a empezar a disfrutar de las bondades de la privatización de la sanidad. Lo suelen llamar copago, pero yo lo llamo REpago (como os dije al principio, pagar por lo YA PAGADO, dos veces).

En Portugal, desde el mes que viene (enero 2012), acudir al médico costará 5 €, e ir a Urgencias, 20 €. Morirte en la calle porque no tienes dinero en ese momento, no tiene precio. Para todo lo demás, MasterCard. Aquí  tenéis el vídeo donde el ministro de Sanidad hace oficial esta medida.
¡Y ya lo dice el dicho! “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar“. Es una vergüenza que la crisis sea la excusa para vender nuestros hospitales por 4 duros a empresas privadas. No hay derecho a que nos convirtamos en clientes, en vez de pacientes. No podemos permitirlo.